domingo, 19 de septiembre de 2010

Me han entrado unas absurdas ganas de volver por aquí.

Será que ha llegado otoño o que se acaba el verano o que se acaba septiembre y no he hecho nada de provecho. Apenas he acabado todos los libros que quería leer, se me sigue calando el coche cuando llevo mucho rato conduciendo y sigo mareándome con la segunda pinta de cerveza. Supongo que gano algo, ahora he visto a Sober y a Mago de oz en directo y hay un par de cosas en la lista de cosas que hacer antes de morir que ya puedo tachar. Y no por haberlos visto sino por ver como los demás cumplen sueños por tu culpa o como tú mismo cumples los que rondan esa lista desde hace un par de años, pero los cumples demasiado tarde y casi que aún es pronto para arrepentirse y olvidar, que todo está demasiado lejos de casa. Sea como sea, he vuelto aquí pero me siguen gustando las mismas idioteces, las mismas canciones de la casa azul, las mismas canciones de Greg que siempre me han hecho llorar y sigo poniendo el microondas en segundos impares porque no me gustan los números redondos. Aún así ahora he visto Londres, ahora sé que se siente cuando dos personas se quieren y no deben. Desde la última vez ya sé coger el autobús a Granada y olvidarme que todo esto existe, salir corriendo de casa y que te inviten a cervezas e incluso he aprendido a matar el tiempo pintando zapatillas. Sigo siendo la más feliz diseñando chapas o pidiendo cosas por internet y dando saltos cada vez que, las siguientes 24h llaman a la puerta. No he perdido la costumbre de llevar libros en el bolso o seguir pensando que no me gustan las peliculas de Isabel Coixet aunque se esfuercen en que me tienen que gustar, sigo quedándome dormida a la mitad y me da miedo reconocerlo porque tendrán ganas de reprocharmelo. No he dejado de matar el tiempo viendo películas en francés que ya me sé de memoria o recurriendo al cine antiguo, siendo una cursi que llora con Ghost y que, para remediarlo, acaba leyendo a Bukowski para fingir que es fuerte y no tiene sentimientos. Luego, sin querer, me gusta y no dejo de leer. Pero eso no quita para que sea la misma cursi que ha llorado hace un rato con cualquier película así que hablo con ella y me cuenta que el amor no existe y hablamos de Walt Disney y de todos los ingenuos que están perdiendo el tiempo. Tampoco he dejado de pensar que Pablo García Casado lo es todo aunque ahora he aprendido a leer muchas más cosas porque iba a acabar volviéndome loca. No he aprendido a vencer las ganas de salir corriendo y llegar a Sevilla y escuchar guitarras y despreocuparse y salir y gritar y escuchar el "click" de mi cámara de fotos fuera de mis manos, en buenas manos. Desde la última vez he aprendido todo lo que tiene Londres y todo lo que yo he hecho que tenga encerrándome en una burbuja invisible que excluía a todas las personas capaces de estar a mi alrededor pero incapaces de saber qué pensaba, ¿todas?. He hecho que Londres se convierta en un tema tabú pero un recuerdo perfecto con banda sonora que ya existe en el mercado, en conciertos en vivo y en directo en menos de 24horas con entradas que son culpables de mareos y Judas y Guiness y no saber qué decimos porque todo es insuficiente y nos colamos en nosotros mismos para que no quede nada que decir. Ahora ya se que no vale la pena morir por nadie y que si ellos mueren, el cielo/infierno está lleno de vivos y serán más felices, que hay más genios vivos que muertos y que la buena compañía nunca va a faltar. Pero, sea como sea, hoy es un día horrible lleno de kilómetros y palabras y libros y obsesiones y canciones en inglés.
Quizás por eso vuelvo.

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