lunes, 11 de octubre de 2010

Salir un domingo que llueve a perseguir una ilusión. Porque ya he cuadrado los horarios, he adelantado el reloj y sé perfectamente las coordenadas necesarias para aparecer cuando llegues, con legañas y pasta de dientes en la ropa. Es totalmente imposible volverse un poco más idiota y odiar un poco más. Pero no controlamos nada de lo que pasa y quizás, ahora, yo, que siempre me quejo del amor, de la eternidad, del tiempo, del destino; voy a empezar a creer en todo, empezando por creer en ti. Odio la gente que se cuela en mi vida sin llamar. Y también odio todos los momentos que buscas una mirada entre la gente y que miras, cuando cree que no te miran. Pero ya no hay marcha atrás y solo queda aprender a diferenciar lo imposible de lo improbable. Creer, creer siempre. Y luchar, porque nada sale bien porque sí. Porque hay cosas que pasan porque sí y sentimientos que son también porque sí. Somos así de incoherentes y yo no sé ya ni lo que escribo. Estoy echando de menos, llamando por teléfono a gente que no debería y buscando cualquier excusa para apartar un minuto todo esto de mi cabeza. Pero sigues aquí por mucha poesía que lea o muchos libros que se volvieron prohibidos hace un mes. No desapareces por muchas caras conocidas que salgan en el periódico o muchas veces que todos hablen de él. Ni siquiera se cuándo dónde y cómo empezó esto pero me empiezan a dar asco las vacaciones, los domingos, las huelgas, las tardes. Que quiero que aparezcas ya y me digas: ven, aquí, ahora. Y te quedes para siempre.

Sh..
-_-

No hay comentarios:

Publicar un comentario