miércoles, 5 de enero de 2011

Surrounded by idiots.

Aparece alguien un día y te dice "¿tú también haces fotos? todos hacen fotos, cualquiera que hace una foto en blanco y negro ya es fotógrafo" y no sabes si pegarle o darle un abrazo. Al final optas por lo segundo. Al fin y al cabo tiene razón. Las ventas de las cámaras reflex se han disparado esta navidad (y la anterior y la anterior) y todo el mundo tiene flickr o una carpeta con "sesiones" en el ordenador. Entonces odias las cámaras digitales.

Seguramente los bolígrafos también o los ordenadores o cualquier aparato que sirva para escribir un rato y decir "soy escritor". Hoy todo el mundo es escritor, todos tienen un blog, todos tienen incluso un libro, porque la autoedición está haciendo mucho daño. Y vas a cualquier gran establecimiento con apartado de librería (no digo librería porque en las librerías hay menos libros malos -que también los hay-) y buscas a Zweig y, lo siento, no va a estar. Mientras buscas, paseas la mano por los libros como un niño de cinco años que va señalando lo que quiere. Vas a novedades, porque te gusta ver qué hay. Y ¿este quien es? ¿este quien es? ¿y este? no lo conoce nadie. Piensas: "vaya, no puedo juzgar sin haberlo leído". Te sientes un poco mal por juzgar y lo lees. Porque, al fin y al cabo, has leído Crepúsculo y Tres metros sobre el cielo. Lo has leído con la satisfacción de acabar y decir "menuda mierda", pero no podías decirlo antes de leer. Así que lo compras (sí, porque no va a estar ni en la biblioteca) y lo lees. Describir lo que se te pasa por la cabeza en el momento que cierras el libro y lo dejas sobre la estantería es difícil. Estás feliz, piensas que tenías razón. Estás orgulloso de tu criterio, de saber reconocer un libro malo solo con un vistazo. Pero, sin embargo, el libro está en novedades. Alguien ha escrito ese libro y tú lo has comprado. Alguien ha leído ese libro. Alguien quiere ser de mayor como el escritor. Y joder, ¿dónde vamos a llegar?. Que un adolescente lo lee y no sabe quien es Nabokov, Tolstoi, Dostoyevski, Vian... Bueno, no pasa nada, tiene toda la vida por delante para saberlo. Para aprender todas las cosas que, probablemente, el escritor del libro que acaba de leer (sí, el de novedades) ni siquiera sabe. ¿Escritor? Escritor, según la RAE: persona que escribe. Vale, lo acepto. Entonces todos somos escritores, todos somos violadores, bebedores. Todos somos escritores que no saben escribir pero saben escribir un mensaje de texto y decir "tengo un libro", saben hacerse un blog y decir "la vida es una mierda" y se convierten en Poe. Decir "sois todos unos incultos y subnormales" y ser Reverte. Pero no, amigo, no eres Poe por mucho que tengas un blog con dibujos de murciélagos ni eres Reverte. No, amigo, eres lo que quieras. Eres escritor porque escribes, es indudable, pero eres gilipollas, por creer que puedes llegar a algún sitio, que estás por encima de todos y que optas a algo. Y sí, te digo gilipollas porque yo no soy escritora y tengo derecho a usar las palabras más horribles, yo escribo, escribo porque me enseñaron en el colegio con el micho y, ¿quien sabe? quizás solo escribo con un fin: recordarte que no eres músico por darle patadas a un contenedor de basura ni fotógrafo por darle a un botón de una cámara ni escritor por escribir una historia, muchas páginas que alguien lee y dice: qué bonito. Todos sabemos escribir historias, ilustrarlas y poner una banda sonora. Todos lo hacemos porque todos vivimos. Pero no todas las historias están preparadas para salir ahí. Si no tienes nada nuevo que contar, si no eres capaz de enseñarnos en esa historia algo que no hemos visto: no escribas. Porque todos salimos a la calle, tiramos la basura y nos enamoramos y nos rompen el corazón y pensamos que estamos rodeados de idiotas e incultos. Pero no lo decimos, porque en eso se basa la vida, en vivir experiencias comunes. Y la tuya, es una más. Una más entre ¿mil? ¿millones?. Es decir, eres escritor, escribes. Pero ¿sabes? no eres nadie.

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